Moler los cacahuetes con una picadora. Mezclar con la canela, el agua de azahar y la leche condensada hasta formar una pasta consistente.
Por otro lado, fundir el chocolate negro y el blanco al baño maría por separado.
En una bandeja, poner un papel de horno o una base de papel film. Extender la pasta de cacahuetes dándole forma rectangular o cuadrada con 0,5- 1 cm aproximadamente de grosor. Verter la mitad del chocolate negro por encima de la pasta de cacahuetes y extenderlo sobre toda la plancha de cacahuetes. Dejar enfriar en el frigorífico para que se endurezca el chocolate.
Una vez duro, daremos la vuelta a la plancha de cacahuetes y por el otro lado, volver a extender una capa de chocolate negro. Con el chocolate blanco hacer líneas longitudinales y paralelas sobre el chocolate negro con un centímetro de distancia entre líneas. Coger un palillo y seguidamente antes de que se endurezcan los chocolates pasarlo ida y vuelta al contrario de las líneas. Dejar enfriar unos minutos para que se endurezcan los chocolates.
Una vez que el chocolate esté endurecido, cortar en cuadrados o rectángulos para servir.
Hacemos un volcán con la harina tamizada con la levadura y la sal, se añade azúcar, ralladura de limon y espolvoreamos la canela. En el centro ponemos el huevo y vamos amasando hasta que nos quede una masa compacta.
Aplanamos la masa y le añadimos las almendras lavadas y secadas.
Amasamos bien para que se integren las almendras de forma homogénea. Siempre con la superficie de trabajo bien enharinada para que no se nos pegue.
Partimos la masa en dos y hacemos dos barra de 4 a 5 cm de ancho y unos dos de alto. Las pintamos con huevo batido para que quede brillante.
Horneamos a 175 grados unos veinte minutos con el fuego arriba y abajo y en el nivel del medio del horno. Quedará dorado, pero no demasiado.
Cortamos rebanadas en caliente.
Disponemos los carquinyolis en la bandeja del horno durante unos 5 minutos para acabar de tostarlos.
Cuando estén dorados ya se pueden sacar y dejar enfríar.