miércoles, 30 de enero de 2019

Blasfemia y gastronomía


En 1889 Errico Malatesta abandona la Argentina, dejando atrás el combativo sindicato que él había ayudado a organizar, el de Panaderos.
Además de pan, en los locales de panadería argentinos despachan también la repostería matinal que más habitualmente desayunan los porteños, las "facturas", de gusto dulce y horneadas a partir de una mezcla de harina, levadura y manteca. Algunas de ellas son de origen europeo, pero en Argentina adquirieron formas singulares y apodos sugerentemente blasfemos (…) Blasfemia y gastronomía: las muestras de repostería argentina llevan por nombre "cañones", "bombas", "vigilantes", "bolas de fraile", "suspiros de monja" y "sacramentos", para escarnio del ejército, la policía y la iglesia respectivamente.

El 18 de julio de 1887, en Buenos Aires y gracias a la iniciativa del anarquista italiano Ettore Mattei, se creó la primera institución de la resistencia argentina: la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos. Uno de los grandes teóricos del anarquismo moderno, su compatriota Errico Malatesta (que vivió en la Argentina entre 1885 y 1889), fue el encargado de redactar sus estatutos. Esa sociedad, que entre 1894 y 1930 editó sin pausas el periódico El Obrero Panadero, fue la responsable de bautizar, con toda la ironía del mundo, las distintas variedades de facturas (masas horneadas) que todavía hoy, 120 años después, son moneda corriente en todas las panaderías de barrio.

DESCARGAR "El periódico El Obrero Panadero" https://www.marxists.org/espanol/tematica/kiosko/argentina/obrero-panadero/el-obrero-panadero(1899-1900)_cropped.pdf

Homenaje

Así, en “homenaje” a la Iglesia empezaron a vender sacramentos y bolas de fraile, que también pueden llamarse suspiros de monja (justo es reconocer que este es su nombre popular: en general, las panaderías las ofrecen como “berlinesas”); en recuerdo irónico de los militares, bombas y cañoncitos (rellenos de dulce de leche o crema pastelera); y como burla a la policía, vigilantes.

El vínculo entre palabra y comida parece haber sido suturado con hilo de coser ideológico. El sindicato de panaderos fue conducido por dirigentes anarquistas durante varias décadas.

¿Y las Medialunas...?

Cuando en 1529 Viena(*) fue sitiada por largos meses por los ejércitos turcos, los reposteros locales, a fin de animar el alicaído ánimo de la población, tomaron el emblema de los sitiadores, la media luna musulmana que flameaba en las banderolas del campamento enemigo, y las moldearon en sus hornos de pan. Luego, el populacho se asomaba a las murallas de la ciudad y se mostraba ante los irritados soldados turcos masticando su símbolo sagrado.

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