Mas lo que yo sé que ha de comer el señor gobernador ahora para conservar su salud y corroborarla, es un ciento de cañutillos de suplicaciones y unas tajadicas subtiles de carne de membrillo, que le asienten el estómago y le ayuden a la digestión.
Oyendo esto Sancho, se arrimó sobre el espaldar de la silla y miró de hito en hito al tal médico, y con voz grave le preguntó cómo se llamaba y dónde había estudiado.(Quijote, Rico, 1006)
Eran muy apreciados en la época. En la Pícara Justina tenemos también un ejemplo:
En su tiempo, los que ahora se llaman barquillos, se llamaban suplicaciones, porque debajo de cada oblea iban otras muchas que hacían una manera de doblez, mas las de ahora, como no tienen doblez debajo, sino una oblea desplegada en forma de barco, llámanse barquillos. Es vergüenza, todo está sofisticado. (Pícara I, 174)Ingredientes:
- Litro y medio de agua,
- dos yemas de huevo,
- 230 g de azúcar,
- 460 g de harina fina y
- otro litro de agua en la que se habrán disuelto 60 g de manteca de cerdo.
- Fundimos el azúcar en un poco de agua y lo vamos mezclando con la harina, a continuación le añadimos las yemas de huevo.
- En un cuenco echamos la mezcla y la batimos con un batidor durante bastante tiempo.
- A continuación le incorporamos el agua hasta que quede con consistencia de miel.
- En una placa de horno ponemos con una cucharita pequeñas porciones.
- Se cuecen a horno flojo. Se les puede dar forma de canutillos, con la ayuda de un palillo barquillero llamado palillo de suplicación.
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